El Rodaballo, la colección completa ahora online
En los años noventa y hasta 2006 tuve el privilegio de participar del colectivo editor de la revista El Rodaballo. Para mi fueron años de enorme aprendizaje y, visto retrospectivamente, fue una de las revistas de cultura y política más interesantes de esa época. Allí volqué algunos de mis primeros ensayos, de calidad desigual, como todo lo que uno hace cuando está comenzando.
El Cedinci acaba de poner online la colección completa. Me pidieron que hiciera una presentación breve, que incluyo a continuación.
Puede visualizarse aquí
El Rodaballo, Revista de Política y Cultura fue una revista político-cultural editada en
la ciudad de Buenos Aires entre noviembre de 1994 y el verano de 2006, con un
total de 16 números (aparecidos en intervalos variables en 14 volúmenes). Los
primeros dos números son de responsabilidad de un Comité Editorial formado por
Raquel Angel, Blas de Santos, Eduardo Grüner, Alberto Guilis y Horacio Tarcus. El
tercero inaugura la “Segunda Época” de la revista y viene con cambios importantes:
el tamaño se reduce y desaparece el Comité Editorial, reemplazado por una Dirección
Editorial a cargo de Blas de Santos y Horacio Tarcus, quienes permanecerán en
esa función hasta el final. En el noveno número, sin embargo, reaparece un
Colectivo Editor acompañando a los directores, formado por Ezequiel Adamovsky,
Eduardo Grüner, Roberto Pittaluga, Martha Rosenberg y Dardo Scavino. En números
posteriores se sumaron a ese colectivo Martín Bergel, Ana Longoni, Mabel
Bellucci (sólo en el número 14), Alejandra Ciriza, Ariel Petruccelli y, para el
número final, Maristella Svampa (Grüner dejó de figurar como miembro desde el
número 14).
En su primer Editorial la revista anuncia que se propone contribuir a la
“reconstrucción de la identidad de la cultura política que solía llamarse
‘socialismo revolucionario’” aunque de una manera crítica, sin nostalgias ni
fantasías de mero “renacimiento”. El antagonismo principal que se percibe en
esta presentación es el que opone a la revista a quienes abandonaron el horizonte
revolucionario para abrazar el posibilismo y el progresismo: “no somos progres,
no somos liberales”, afirma; “no nos sentimos representados por la centroizquierda
ni por sus valores”. Por otra parte, la revista anuncia que también se apartará
de la “izquierda tradicional” y del “marxismo vulgar” con vocación de renovar
teórica y prácticamente el proyecto socialista. Estos propósitos estuvieron
presentes hasta el final, aunque hacia los últimos números se nota un tercer
eje de antagonismo que gana visibilidad, que opone la revista al “populismo” y
a la influencia de la tradición nacional-popular dentro de la izquierda.
A partir de estas definiciones, ER entró en diálogo y polémica con otras
publicaciones y con algunos grupos de intelectuales. El eje antiprogresista la
opuso con frecuencia a los que se habían nucleado en la revista Punto de Vista, a los se habían visto
seducidos por la experiencia del FREPASO y, hacia el final, a los intelectuales
de vocación más “institucionalista” que desconfiaban de las experiencias de
autoorganización que emergieron luego de 2001. A partir del número 11-12 la
discusión contra el “populismo” produjo debates intensos con la revista El Ojo Mocho, con su animador Horacio
González, con los editores de La escena contemporánea y con Carlos
Correas. El tercer eje de disputa, con la izquierda tradicional, fue más
genérico y transitó por la crítica de los partidos trotskystas y comunistas y
por la renovación crítica del canon del marxismo. El momento más destacado en
este sentido correspondió a la aparición del número 9: Luis Zamora eligió entonces
a ER para hacer públicos los motivos de su alejamiento del trotskysmo en un
extenso texto teórico-político, mientras que Horacio Tarcus publicó su
influyente ensayo “La secta política”.
Discutiendo en esos frentes, ER
también intervino vigorosamente en los debates del campo académico y
universitario, cuestionando a los intelectuales progresistas que participaron
en la tendencia a la privatización de los estudios de posgrado (mediante la
solicitada “Un nuevo patriciado”, publicada en el número 2), contra la presión
del campo académico hacia la hiperespecialización y el abandono de la conexión con
los horizontes políticos (con el “Manifiesto de Octubre”, incluido como separata
en el número 8) y criticando a las viejas y nuevas conducciones de la carrera
de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA (con el texto “Sobre
la crisis de la Facultad de Filosofía y Letras”, del número 15).
Además de estas preocupaciones
fundamentales, ER se caracterizó por su atención permanente a algunos otros
temas. Las cuestiones de género y del movimiento feminista y queer estuvieron
muy presentes desde el primer número y hasta el final. Lo mismo vale para la
historia de la izquierda, las políticas de la memoria y las discusiones
filosóficas en torno del sujeto, de la utopía y sobre los cambios en el
capitalismo. En menor medida, también se ocupó de la temas de crítica literaria
y del cine. ER fue también la primera revista local que se interesó por el
movimiento de resistencia global, tema constante a partir del número 10; por
entonces se involucró intensamente en las discusiones sobre el movimiento
piquetero y asambleario en Argentina.
Los autores locales que colaboraron con la revista incluyen a Nicolás
Casullo, León Rozitchner, Martín Caparrós, Adolfo Gilly, Alejandro Grimson,
María Pía López, Ricardo Strafacce, Helios Prieto, Florencia Abbate, Pilar
Calveiro y Rita Segato, entre otros. El Rodaballo contribuyó decisivamente a
poner en circulación algunos debates y autores internacionales, a veces en
traducciones propias. Así, en sus páginas aparecieron textos de Perry Anderson,
Michael Löwy, John Holloway, Frederic Jameson, Terry Eagleton, Manuel Vázquez
Montalbán, Antonio Negri, Karel Kosik, Nancy Fraser, Judith Butler, Slavoj Zizek,
Andre Gorz, Sandro Mezzadra e Immanuel Wallerstein, entre otros. La renovación
que propuso en el plano de los debates político-intelectuales vino de la mano
de una atención por el diseño y el arte de tapa, que destacó a ER entre las
revistas de su época.
Ezequiel Adamovsky